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Pobre mundo.

Pobre mundo fue mi poemario de agosto (sí, voy tardísimo) y al leer su primera parte llegué a pensar que, después de los arrolladores Poemas de amor, había vuelto la Idea Vilariño más centrada en la putrefacción y la muerte. Con la diferencia de que aquí no es la fruta lo que se pudre ni la carne lo que se muere sino la Tierra misma -jamás nombrada y siempre intuida-, el mundo en su dimensión material más concreta. La mayor parte de poemas de este bloque están fechados en Las Toscas (googleo: balneario uruguayo del departamento de Canelones que forma parte del municipio de Parque del Plata) y en ese morirse de la Tierra hay una concepción del mundo no limitada a lo geológico (¿lo ecológico?) sino pensada como resultado social del hacer colectivo. Quizá la Historia, sin más, y en las imágenes marítimas y geológicas no hay por parte de la autora sino un aviso del verdadero contenido del poemario.

La segunda parte, algo más breve, se abre paso entre la estupefacción lectora, que tarda algo en entender qué es exactamente lo que está pasando. Hay, desde el primer poema, algo que lleva a la incomprensión: palabras y expresiones inexistentes en el resto de la obra de Vilariño, un tono vehemente difícilmente esperado, imágenes referidas a universos muy distintos de los que hasta ahora conocíamos. Hasta que de pronto llega, en el comienzo del tercer poema («Qué hijos de una tal por cual / qué bestias / cómo decirlo de otro modo / cómo / qué dedo acusador es suficiente») y una se da cuenta de que Pobre mundo es un poemario inexcusablemente político. A partir de aquí, es todo un crescendo: un poema para Guatemala, otro para Playa Girón, uno más dedicado al Che (el precioso «Digo que no murió») e incluso otro para René Zavaleta.

La Idea Vilariño de Pobre mundo despliega una voz que yo, honestamente, no imaginaba en ella, pero que resulta ser completa y verdadera de una manera absoluta. «Agradecimiento» es, posiblemente, uno de los mejores poemas que he leído nunca. Y, quizá inintencionadamente, también el que cierra el círculo de la mayor parte de imágenes poéticas de la uruguaya: «Y hay -Señores- / seguro / quién lo duda / hay que elegir con decisión porque hay / dos vidas y dos muertes posibles / y porque hay / diferentes maneras de pudrirse». Para acabar de manera perfecta: «Y ustedes / sin quererlo / ayudan a elegir en todo el mundo. / Gracias por todo. Libertad o muerte».

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