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Rosa Luxemburgo.

Lo sé, voy de nuevo tarde con todo. El verano ha sido el enésimo quiero y no puedo (para sorpresa de nadie), así que se viene retahíla de reseñas más breves de lo normal, o más deslavazadas, o más de ambas cosas. Porque la pila de libros ya leídos que esperan en un rincón de mi escritorio a ser devueltos a su sitio en la estantería va creciendo, y porque si me tomo siquiera la mitad de en serio de lo que debería varios asuntos personales/profesionales, mi escaso tiempo libre se va a evaporar definitivamente este curso.

Rosa Luxemburgo es el libro con el que empecé un intensivo de lectura que inicialmente pensaba acotar al verano pero que por el momento sigue adelante. Me lo regaló un compañero por mi cumpleaños (gracias, Edu) y está compuesto por dos textos separados: «La vida y la obra», de Anna Bisceglie, y «La herética y la herencia», de Dario Renzi. Renzi es a todas luces el coordinador del libro y ejerce un papel, aunque posiblemente inintencionado, de tutelaje sobre Bisceglie. Y aunque el índice presenta una obra de apariencia compacta, lo cierto es que el tono y la intención de ambos textos complica bastante el propósito.

En lo personal, el texto de Anna Bisceglie me ha gustado mucho. A pesar de su promesa meramente biográfica (en un sentido casi vulgar), la autora ofrece un recorrido por la evolución intelectual de Luxemburgo constantemente ligado a sus principales batallas políticas, y construye un mapa de extrema utilidad para conocer su figura o para quienes (como era mi caso) busquen una compilación de lo que en algún momento leyeron más fragmentadamente. La estructuración del texto, la forma en que está escrito y la selección de citas que lo acompañan lo convierten en una lectura accesible, sugerente y muy amena.

El texto de Renzi, sin embargo, me decepcionó bastante. Esperaba encontrar algo así como un desglose de los debates que había sugerido la producción de Rosa Luxemburgo a lo largo de la historia, así como de su recepción y rechazo por parte de diferentes corrientes políticas e intelectuales marxistas. En lugar de eso di con 140 páginas de párrafos grandilocuentes y juicios de valor que no se acompañan de casi ninguna cita ni referencia y que adoptan la forma de un comentario de texto excesivamente largo. Es indudable la profundidad y soltura con la que el autor se desenvuelve en la obra de Luxemburgo; el problema es que el resultado escrito dista de ser útil para casi nadie… salvo que tú interés sea la de conocer la opinión personal de Dario Renzi.

Hay también un punto en la pluma florida de Renzi que me ofende casi personalmente: Luxemburgo no tenía una cierta sensibilidad «por su condición de mujer». No hay en ella nada (ninguna sensibilidad especial, ninguna pasión por la vida, ninguna sutileza en el amor) que no encuentre explicación más que por su condición femenina. A Renzi habría que decirle que, en este punto en particular, no ha entendido nada: la explicación se encuentra en sí misma en su condición de revolucionaria.

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